TUS CUATRO CUERPOS INFERIORES
Son cuatro envolturas que consisten en cuatro frecuencias distintas que rodean el alma: la física, la emocional, la mental y la etérica, proporcionando vehículos para el alma en su viaje a través del tiempo y el espacio. Los vehículos provistos por Dios para su individualización de la llama de Dios y para la expresión del alma en el mundo de la forma material. Como campos de fuerza que se interpenetran, estos cuerpos son puntos focales para la transformación gradual de las energías del Espíritu que se fusionan como Materia.
La interacción de los cuatro cuerpos inferiores
Aunque cada uno de los cuatro planos correspondientes a los cuatro cuerpos tiene una frecuencia atómica única, lo que brinda la oportunidad de una expresión única del potencial del alma, los cuatro cuerpos inferiores se interpenetran entre sí y están conectados a través de los chakras etéricos anclados en el cuerpo físico a través del sistema nervioso central y el sistema endocrino. De esta manera los cuerpos funcionan como una unidad; y los patrones de pensamiento, sentimiento y memoria que pasan a través del cuerpo físico crean ondas de vibración simultáneamente en los planos mental, emocional y etérico.
Los cuatro vehículos pueden considerarse como cuatro coladores o tambores, uno dentro del otro. El cuerpo etérico es el más grande; dentro de eso está el cuerpo mental, luego el cuerpo emocional y finalmente el cuerpo físico. La luz de la conciencia Crística fluye a través de un patrón de puntos perforado sobre la tela de cada uno de los cuerpos de los hombres. El patrón de puntos de cada cuerpo es diferente. (También varían de un individuo a otro de acuerdo con el plano divino.) Sin embargo, ciertas claves correspondientes dentro de los patrones proporcionan la combinación de las energías de los cuatro «tambores», lo que permite a cada individuo integrar sus cuatro funciones corporales y su personalidad. Solo cuando las perforaciones están perfectamente alineadas (cuando los orificios de los cuatro «coladores» están directamente opuestos entre sí) la luz puede fluir de manera brillante y constante. Cuando los orificios de los «coladores» están completamente desalineados, la luz, en el mejor de los casos, solo puede filtrarse y el individuo se vuelve lento e ineficiente[1].
Tus Cuatro Cuerpos Inferiores
Los cuatro cuerpos inferiores que rodean al alma nos habilitan para experimentar con la alquimia del fuego en el primer cuadrante del círculo, el plano de la memoria, por medio de la frecuencia del blanco; con la alquimia del aire en el segundo cuadrante del círculo, el plano de la mente, por medio de la frecuencia del amarillo; con la alquimia del agua en el tercer cuadrante del círculo, el plano de los sentimientos, por medio de la frecuencia del rosa; y por último con la alquimia de la tierra, el plano del cuerpo físico, por medio de la frecuencia del azul. Así es como venimos arrastrando nubes de gloria.
Quienes descendieron a la forma en las primeras razas raíz [según la tradición esotérica, existen siete grupos primarios de almas que han sido asignadas al planeta Tierra para su evolución] no se recubrieron de la densidad que ahora nos envuelve debido a que su conciencia nunca se adentró en el área de la relatividad, es decir, del velo de energía denominado mal [ veil, «velo» y evil «mal»], que el hombre ha creado con su libre albedrío por medio del mal uso del fuego sagrado. De modo que las llamas gemelas que descendieron de las de la Presencia YO SOY en las primeras razas raíz ascendieron de vuelta a ese núcleo ardiente sin siquiera haber desarrollado la acumulación de energía de Dios mal calificada que se ha acumulado en el subconsciente.
Fuego, aire, agua, tierra
Los antiguos alquimistas designaban estas cuatro frecuencias del ser con los términos fuego, aire, agua y tierra. un químico o físico moderno tildaría estos términos de obsoletos. Ello se debe a que los plantearían conforme a la interpretación de la división de la Materia, según el alquimista, en cuatro partes. Pero éste no aludía a ello. El alquimista estaba definiendo frecuencias, planos de conciencia: dividía norte, sur, este y oeste, los cuatro lados de la Ciudad Cuadrangular, los cuatro lados de la pirámide de la vida y los cuatro cuerpos inferiores del hombre. Los alquimistas eran iniciados de la Gran Hermandad Blanca [una orden espiritual de santos y adeptos de todas las razas, culturas y religiones], mas no permitía que sus iniciaciones se conocieran.
Los cuatro cuadrantes de la Materia nos aportan claves para la automaestría y para el flujo de la energía. Nuestros siete chakras se relacionan con estos cuatro cuadrantes. Cada uno de los chakras tiene por misión emitir una cierta energía de la conciencia de Dios hacia un plano determinado. Es preciso que nos acostumbremos a sentir o percibir a Dios en estos términos. Debemos utilizarlos con el fin de referirlos a coordenadas externas de la sustancia de fuego, aire, agua y tierra; tenemos que emplear nuestra experiencia con estas manifestaciones externas a fin de relacionarlas con la experiencia interna en la manifestación interna.[2]
La figura inferior de la Gráfica de tu Yo Divino te representa a ti, al aspirante en el sendero espiritual, envuelto en la llama violeta, que es el fuego espiritual del Espíritu Santo.
Cada uno de nosotros tiene un alma, y el alma tiene una percepción que está integrada en cada parte de nuestro cuerpo incluso en nuestros cuerpos sutiles. No somos solo nuestro cuerpo físico. Somos seres espirituales maravillosos que estamos vestidos con un cuerpo físico. Pero también tenemos otros vehículos, otras vestimentas para el alma. Pensamos, tenemos sentimientos y deseos, y tenemos una memoria anímica del pasado, la cual traemos con nosotros. Así pues, disponemos de un cuerpo mental, un cuerpo de los deseos y un cuerpo de la memoria, así como de un cuerpo físico. Estos cuatro cuerpos son las “túnicas de piel” [Génesis 3,21] que envuelven al alma. Corresponden a los cuatro elementos.
El cuerpo etérico, o cuerpo de la memoria, es el que tiene la vibración más alta de los cuatro cuerpos inferiores y es la envoltura natural del alma. El cuerpo etérico corresponde al elemento fuego. Dentro de esta envoltura, o cubierta etérica, Dios colocó el molde de la identidad del alma, el molde que se manifestaría como conciencia, como mente, como emoción y como matriz física misma.
El cuerpo etérico tiene dos compartimentos. El cuerpo etérico superior contiene la luz prístina de nuestro plan divino original y el registro de todo lo bueno que alguna vez hemos manifestado y que se ha abonado a nuestro cuerpo causal. Tiene relación con la mente supraconsciente. El etérico inferior contiene los registros y patrones subconscientes de todo lo que hemos experimentado en el universo material.
Los dos cuerpos etéricos contienen el registro del cielo y la Tierra del hombre: la perfección del origen del alma en Dios, su mundo celestial, y lo que ha hecho de su alma y su conciencia a lo largo de sus muchas experiencias en sus encarnaciones en el tiempo y el espacio.
El cuerpo mental corresponde al elemento aire. El propósito de este cuerpo es ser el vehículo de la mente de Dios y la mente de Cristo y del Buda, pero en lugar de ello hemos tomado esa energía que se nos proporciona diariamente y hemos impreso en ella nuestra versión de la mente, que se ha convertido en la mente carnal o intelecto. Hemos utilizado el cuerpo mental para ser un receptáculo solo del conocimiento mundano, en vez de serlo para el conocimiento de este mundo y del otro.
En la mayoría de los seres humanos el cuerpo mental se ha convertido en un vehículo muy limitado, cuando podría ser el instrumento de la plenitud de la mente de Dios que se manifestó en Jesucristo y en Gautama Buda.
El propósito del cuerpo de los deseos (al que también se le llama el cuerpo de los sentimientos) es expresar el deseo de Dios. La experiencia de nuestra meditación y nuestra comunión debería ser Dios deseando ser Dios. El cuerpo de los sentimientos es el cuerpo de la energía en movimiento, o emoción, que corresponde al elemento agua.
La intención es que por medio de este cuerpo experimentemos los sentimientos intensos de Dios como amor, verdad, amabilidad, compasión, pureza, etc. Pero lo que ha ocurrido es que muchas personas en la actualidad han utilizado el cuerpo emocional para registrar los sentimientos de enojo y orgullo, celos, venganza, odio, ansiedad y miedo intensos.
Finalmente tenemos el cuerpo físico, que Dios ordenó que fuera el vehículo del alma y el espíritu. Aunque el cuerpo físico está destinado a ser el templo del Espíritu Santo, el templo de Dios vivo, muchas personas han permitido que entren en el templo toda clase de perversiones e impurezas. Desde las impurezas que encontramos en los alimentos hasta la oscuridad y la impureza que se refleja desde los mundos mental y emocional. La invasión del templo corporal se ha hecho muy grande, y muchos individuos están sujetos a fuerzas invisibles. en la época de Jesús se veía como posesión demoníaca.
Estos cuatro cuerpos inferiores forman los cuatro lados de nuestra gran pirámide de la vida. Son las líneas de demarcación que nos separan de la conciencia de masas. Cuando nuestra identidad está claramente definida en Dios podemos retener la singularidad del ser en Dios. Cuando nuestra identidad no está claramente definida, entonces tendemos a fundirnos con toda clase de vibración, visible o invisible, como una medusa que flota en el mar de la conciencia de masas.
En muchos casos los cuatro cuerpos inferiores necesitan ser purificados y sanados para albergar la morada más adecuada para el Espíritu. Los cuerpos se afectan entre sí, y las cargas de un cuerpo pueden reflejarse en los demás. La salud se produce por la integración de las energías de los cuatro cuerpos inferiores y la integración ocurre por medio de la llama del corazón.
Todos los hijos de Dios poseen una chispa divina en el corazón. Es su potencial para convertirse en la plenitud del Yo Superior, el Cristo interior o el Buda interior. Este concepto de la luz interior es parte esencial de las principales religiones de Oriente y Occidente. Por medio de esta chispa divina tenemos el potencial de regresar a Dios, como Jesús lo hizo.
Tu Alma y el Espíritu
Tu Yo inferior está formado por tu alma y tu espíritu. Si, tienes un alma y un espíritu, y no son lo mismo.
Tu Espíritu (con E mayúscula) es el aspecto masculino de Dios, Dios Padre. También representa el plano de la Presencia YO SOY. Tu espíritu (con e minúscula) es la esencia de tu ser. Es la presencia que penetra y domina y por medio de la cual te conocen los demás. Se define como el principio animado o vital que llevas contigo a lo largo de tus muchas encarnaciones. Determina tu energía y qué clase de persona eres. Tu espíritu es la vibración dominante que se refleja en tu carácter, la esencia de quién eres.
El alma es el aspecto no permanente del ser que está en evolución en el tiempo y en el espacio. Es posible que el alma se pierda. También es posible que el alma se haga permanente por medio del ritual del regreso a Dios, llamado la ascensión.
El alma es el potencial femenino del hombre que está en polaridad con el Espíritu masculino, y por eso con frecuencia nos referimos al alma como a “ella”. También se conoce al alma como el niño interior. El niño interior es sumamente sensible y tiene una comprensión y una percepción muy profundas, en un nivel “anímico” (del alma), de lo que está ocurriendo en nuestro mundo. El alma necesita la guía y consuelo del adulto amoroso interior, o Yo Superior. [3]
Karma y los cuatro cuerpos inferiores.
El karma del hombre determina las capacidades y limitaciones de sus cuatro cuerpos inferiores. Por lo tanto, para plasmar la perfección en su forma física, el hombre debe tomar la levadura de la conciencia de Cristo, “que una mujer [la Madre Divina] tomó y escondió en tres medidas de harina”, y colocarla cuidadosamente en el cuerpo etérico, mental., y cuerpos emocionales para que la levadura fermente “toda la masa” [ Mateo 13:33; Lucas 13:21] [4].